
HERNIA DISCAL
Hernia discal y su componente electromagnético
La mayoría de personas entienden que la hernia discal es un problema de columna en el que parte del disco entre vértebras se desplaza hacia fuera presionando un nervio y produciendo dolor y otros síntomas. Sin embargo, casi nadie ha oído hablar del componente electromagnético de la hernia discal. Esto es normal ya que es un concepto nuevo, que puede explicarse con una analogía para que no suene como algo extraño.
Si analizamos el cuerpo humano veremos que este dispone de sistemas eléctricos para su funcionamiento que, a la vez, producen campos magnéticos muy pequeños, como es el caso del corazón, el cerebro, los músculos y los nervios. Estos sistemas eléctricos pueden alterarse y producir problemas de salud bien conocidos por profesionales y pacientes de todo el mundo, y en las últimas décadas se han desarrollado métodos de diagnóstico y tratamientos de acuerdo a su etiología. Por ejemplo, el electrocardiograma (ECG) registra la actividad eléctrica del corazón y el electroencefalograma (EEG) registra la actividad eléctrica del cerebro. La electromiografía (EMG) y los estudios de conducción nerviosa son pruebas que miden la actividad eléctrica de los músculos y nervios, ya que los nervios envían señales eléctricas para que los músculos reaccionen de ciertas maneras. En lo que respecta a los tratamientos, la cardioversión es un procedimiento médico en el que se utilizan choques rápidos y de baja energía para restablecer un ritmo cardíaco normal; la estimulación eléctrica transcraneal (tES) o la estimulación magnética transcraneal (TMS) estimulan determinadas funciones en el cerebro; para la rehabilitación de lesiones musculoesqueléticas también existen muchas modalidades eléctricas y magnéticas realizadas por profesionales como los fisioterapeutas.
La hernia discal es un problema de salud que también presenta un componente electromagnético debido a la disfunción de sus estructuras eléctricas asociadas. Después de 20 años de experiencia, he investigado, documentado y tratado de forma efectiva este problema. En esta web podrás informarte de primera mano en qué consiste y cómo debe tratarse.
Diagnóstico de la hernia discal
La hernia discal es un problema de salud bien documentado y relativamente sencillo de diagnosticar a través de una resonancia magnética de la zona afectada de la columna vertebral. La resonancia también ayudará a detectar otros problemas de columna como protrusiones discales, discopatías, otros cambios degenerativos u otros hallazgos que a veces están presentes junto a la hernia discal.
A la resonancia pueden sumarse un examen físico y neurológico (reflejos, fuerza muscular, sensibilidad, postura), pruebas neurológicas (estudio de conducción nerviosa, electromiografía), la historia clínica del paciente (escala visual analógica EVA) y/u otras pruebas de imagen como la tomografía computarizada (TC o TAC) que sin lugar a dudas aportarán más información.
La forma más práctica de detectar el componente electromagnético de la hernia discal es a través de tu recorrido como paciente. O sea, si has visitado a todo tipo de especialistas y realizado todo tipo de pruebas como las mencionadas y tratamientos sin resultados, lo más probable es que padezcas el componente electromagnético de la hernia discal. Así de fácil y simple.
La forma más compleja de detectar el componente electromagnético de la hernia discal es a través de lo que yo denomino la “prueba manual de rigidez del tobillo”, que de forma similar se usa para evaluar la espasticidad. Esta prueba me permitió conocer el componente electromagnético de la hernia discal, y desarrollar el protocolo y el dispositivo káyros y sus accesorios para tratarla. Con la inversión y los medios adecuados se podría desarrollar un dispositivo de diagnóstico más preciso y objetivo para ello. No obstante, actualmente no me es posible desarrollarlo con los recursos de los que dispongo.

Causas de la hernia discal
La hernia discal y su componente electromagnético puede originarse por varios factores que puedan acabar produciendo también la disfunción de sus estructuras eléctricas asociadas: el envejecimiento normal de la población, que con el tiempo produce de forma natural desgaste y degeneración discal, lo que podrá conllevar la formación de la hernia discal y otros problemas de columna. En personas de todas las edades y géneros, la pérdida de la postura normal del cuerpo y los desequilibrios de la columna sobrecargan las articulaciones y crean músculos rígidos. Además, este problema también puede surgir por cargar peso en malas posturas, realizar trabajos físicos repetitivos, por accidentes de tráfico, lesiones de todo tipo, genética, etc. No deben confundirse como causas la falta de ejercicio, poca musculatura en el cuerpo, obesidad, la dieta, el estado psicológico, fumar, beber alcohol, etc., ya que estos son factores que pueden empeorar pero no causar la hernia discal.
Es posible que otras causas de la hernia discal y su componente electromagnético puedan asociarse a campos magnéticos y eléctricos de antenas, móviles, etc. que interactúan con nuestro organismo a diario, pero esto no lo puedo asegurar.

Sintomatología de la hernia discal
Los pacientes pueden tener hernia discal y otros problemas de columna sin saberlo ni padecer dolor u otros síntomas hasta que un día, de forma repentina o por un proceso gradual, aparecen los síntomas. En ese momento quizás no le darán la importancia que requiere vivir con una hernia discal. O quizás sí, y empezarán a aprender a vivir con un problema de salud crónico. Y esto es precisamente lo que les recomiendo en base a mi protocolo y tratamiento.
Hay pacientes cuyas hernias son grandes en la resonancia magnética pero apenas padecen síntomas, mientras que otros tienen hernias muy pequeñitas y sufren síntomas muy dolorosos. Incluso hay pacientes sin hernia discal que sufren síntomas similares a los de la hernia. A veces pueden existir otros problemas distintos a la hernia, que deberán tratarse de distinta forma.
Los síntomas de la hernia discal pueden ser leves o muy dolorosos y discapacitantes. He conocido pacientes que durante semanas y meses no se podían mover de la cama ni respirar bien debido a la hernia, incluso tomando medicación muy fuerte. Si el dolor transcurre progresivamente, hay que evitar llegar a estas situaciones. Si el dolor empieza de forma repentina, será inevitable.
Las zonas de la columna vertebral donde suelen presentarse las hernias discales son la columna lumbar (L4-L5-S1) y cervical (C5-C6-C7), aunque pueden encontrarse en otros segmentos y en la zona dorsal de la columna. Existen varios tipos (medial, posterolateral, foraminal, extraforaminal, protruida, extruida…) y pueden ir acompañadas de otros problemas de columna vertebral, como discopatía, fisura del disco, retrolistesis, escoliosis, osteofitos, etc.
Los síntomas más comunes de la hernia discal son dolor (conocido como “discogénico), parestesias (entumecimiento u hormigueo) y/o debilidad muscular, que se irradia en la parte del cuerpo a la que se conectan los nervios afectados. Normalmente estos síntomas representan el 90 % de las hernias discales que pueden mejorarse y solucionarse con mi tratamiento. Otros síntomas son más preocupantes y se deben a factores como haber esperado demasiado tiempo para tratar la hernia, a ciertas estenosis o al síndrome de cola de caballo y mielopatía, que requerirán cirugía u otros tratamientos. De acuerdo con mi experiencia, estas causas representan el 10 % de las hernias discales.

Hernia discal cervical
La hernia discal cervical normalmente afecta a los niveles vertebrales C5-C6-C7 de la columna cervical y puede producir síntomas muy variados. El dolor puede sentirse en el centro del cuello, en la nuca hacia la cabeza o la zona inferior del cuello hacia la zona dorsal, omoplatos, y brazos y manos. El dolor puede ser leve o muy severo, constante o intermitente, dependiendo de las posiciones y actividades que se realicen, y cada paciente lo puede experimentar de distinta forma. Los pacientes pueden sentir que el cuello no les aguanta la cabeza, que tienen la cabeza inclinada hacia un lado, tortícolis, que les cruje el cuello al moverlo, o que les cuesta levantar los brazos y/o manos o hacer tareas con ellos; están muy rígidos en la zona cervical, tienen contracturas musculares, han perdido movilidad en el cuello, etc. El dolor puede ir acompañado de dolores de cabeza, mareos, inestabilidad, visión borrosa, dolor de mandíbula, dolor facial, sudores, y todo tipo de síntomas incapacitantes que también afectan al estado emocional y psicológico del paciente.
La lesión característica de la hernia discal cervical es la radiculopatía o “nervio pinzado”. Se trata de dolor, parestesias (sensación de pinchazos, adormecimiento, frío o calor, de hinchazón y de torpeza, hormigueos…) y/o debilidad muscular en un brazo o ambos. Según en qué nivel cervical se localice la hernia discal, esta afectará a ciertas partes concretas. Por ejemplo, a nivel C4-C5 puede verse afectado más el músculo deltoides, que provocará dolor en el hombro y dificultará levantar el brazo. A nivel C5-C6, se verán más afectados los músculos bíceps y los extensores de la muñeca, y se notarán sensaciones en el dedo pulgar de la mano.
Aunque a veces no se le da importancia, los cambios en la estructura normal de la columna cervical (lordosis), como una hiperlordosis cervical o una rectificación cervical, pueden empeorar el problema.

Hernia discal dorsal o torácica
La hernia discal dorsal es menos común que la cervical y la lumbar, aunque puede padecerse también con síntomas preocupantes. El dolor puede abarcar desde la zona debajo las cervicales hasta las primeras lumbares, y puede sentirse en el centro de la espalda o en un lado o en ambos. El dolor puede ser ocasional o constante, debido a posturas y actividades encorvadas hacia adelante que cargan los músculos del medio de la columna, llegando a producir dolor crónico, sensaciones de cansancio, pesadez o la sensación de tener algo clavado en esa zona de la espalda. Este dolor puede aliviarse estirándose boca arriba en la cama y descansando un rato en esa posición. La causa de la hernia discal dorsal puede ser caídas sobre la espalda. También pueden producirse radiculopatías hacia la parte de delante del tronco y extremidades (pectoral, abdomen, genital) y disfunción de músculos (esfínter) u órganos (vejiga). La hernia discal torácica puede ir acompañada de osteofitos, hernias o nódulos de Schmorl, así como cambios de Modic en los platillos vertebrales.

Hernia discal lumbar
La hernia discal lumbar es la más frecuente de la columna vertebral y los síntomas son parecidos a las demás hernias, excepto que afecta a la zona lumbar y a las piernas.
La hernia discal lumbar normalmente afecta a los niveles vertebrales L4-L5-S1 de la columna lumbar y puede producir síntomas muy variados. El dolor (lumbalgia o lumbago) puede sentirse en el centro de la zona lumbar de la espalda, en los lados, hacia adelante como un cinturón, hacia la zona dorsal o hacia las piernas cuando hay irradiación. El dolor puede ser leve o muy severo, constante o intermitente, dependiendo de las posiciones y actividades que se realicen, y cada paciente lo puede experimentar de distinta forma. En estados más avanzados, a los pacientes les cuesta mucho o no pueden caminar, levantarse o hacer vida normal, afectando también al estado emocional y psicológico del paciente.
La lesión característica de la hernia discal lumbar es la radiculopatía o “nervio pinzado”, que provoca el síntoma de la ciática. Se trata de dolor, parestesias (sensación de pinchazos, adormecimiento, frío o calor, de hinchazón y de torpeza, hormigueos…) y/o debilidad muscular hacia una pierna o ambas. La ciática normalmente empieza a sentirse por debajo de la zona lumbar, en el glúteo, y con el tiempo puede ir bajando hacia la rodilla y terminar en el pie. Puede recorrer la parte de atrás de la pierna, la parte lateral (cadera), medial (ingle) o anterior (muslo). La distribución del dolor y demás sensaciones pueden variar según la zona que inerva cada raíz nerviosa afectada por la hernia discal lumbar. Cuando la ciática acaba afectando a las dos piernas e irradiando a los dos pies, el pinzamiento es más preocupante. Se debería evitar llegar a ese punto.

Otros problemas de columna vertebral
Si lees tu resonancia magnética podrás ver un listado de nombres y niveles. Por ejemplo, en la resonancia lumbar verás letras y números como L2-L3, L3-L4, L4-L5, L5-S1, o en la cervical C4-C5, C5-C6 o C6-C7. Estas son las vértebras (y el disco entre vértebras) de la columna vertebral que están afectadas por algún problema. Hay 7 cervicales (letra “C”) y 5 lumbares (letra “L”), de ahí los números. La letra “D” o “T” se refiere a las vértebras dorsales o torácicas. También puede que veas algunos nombres como “hernia discal”, “protrusión discal”, “discopatía”, “osteofitos”, “fisura del disco”, “abombamiento”, “retrolistesis”, “artrosis”, “rectificación cervical”, etc.
Aunque en esta web me centro en el problema de la “hernia discal”, es posible que también padezcas otra serie de problemas listados en tu resonancia magnética. O incluso es posible que no padezcas específicamente “hernia discal” pero sí una “protrusión discal” y/u otro problema. Todas estas dolencias también pueden producir síntomas parecidos o algo distintos a los de la hernia discal, y también pueden tratarse con mis servicios (con el objetivo de aliviar los síntomas y poder llevar una vida más o menos normal, ya que no pueden curarse ni eliminarse por completo). Por ejemplo, si tienes “protrusiones discales” pero no tienes “hernias discales”, te puedes beneficiar de mi tratamiento igualmente. Y lo mismo ocurre con los demás problemas que intentaré explicar de manera sencilla a continuación:
Protrusión discal: puede ser el paso previo a la hernia discal. Es una deformación o abombamiento de la estructura del disco intervertebral sin llegar a más. Recordemos que con la hernia discal la estructura del disco se rompe y el contenido del núcleo sale de su zona normal. En algunos casos, la protrusión puede llegar a ser tan dolorosa como la hernia discal.
Distensión discal: sería la fase anterior a la protrusión discal.
Discopatía degenerativa: es un desgaste del disco intervertebral que disminuye su altura normal y puede provocar pinzamiento discal, resultando en síntomas graves y hernia discal. Se clasifica en distintos grados.
Osteofitos: también conocidos como “picos de loro” o “espolones óseos”, son formaciones triangulares muy pequeñas de hueso creadas en la enfermedad degenerativa, o artrosis, de la columna vertebral (espondilosis deformante). Se suelen extender entre los cuerpos de las vértebras. No suelen dar problemas, pero, dependiendo de donde se encuentren y los síntomas que causen, puede requerir cirugía.
Artrosis: la artrosis de columna cervical o lumbar (o “espondiloartrosis”) es una enfermedad degenerativa del cartílago de los discos intervertebrales (situados entre las vértebras). Estos pierden elasticidad y dejan de amortiguar los impactos normales en el cuerpo.
Rotura y fisura del disco: consiste en la rotura de las fibras que forman el anillo fibroso del disco intervertebral. La fisura es una pequeña rotura. La rotura puede acabar produciendo dolores severos.
Espondilolistesis: es el desplazamiento hacia atrás (retrolistesis) o hacia adelante (anterolistesis) de una vértebra con respecto a la subyacente sin ser una luxación o dislocación. Si se desplaza demasiado (el grado 5 es el máximo), el hueso puede atrapar la médula o los nervios, causar estenosis de canal y requerir cirugía.
Estenosis o canal estrecho: es un estrechamiento del espacio por donde pasan la médula espinal (canal) y las raíces nerviosas de la columna, que provoca compresión de los nervios y síntomas (como dificultad al andar, radiculopatías, etc) que pueden requerir cirugía. Puede ser provocada por hernias, protrusiones, osteofitos y otras deformidades de columna.
Escoliosis: es una desviación en forma de “C” o “S” de la columna vertebral vista en radiografía. La escoliosis puede sobrecargar las articulaciones, empeorando cualquier problema de columna como la hernia o protrusión discal.
Rectificación de la lordosis normal cervical o lumbar: pérdida de la curvatura normal de la columna cervical o lumbar, que puede sobrecargar las articulaciones empeorando cualquier problema de columna como la hernia o protrusión discal.
Acentuación de la lordosis o cifosis normal: incremento de la curvatura normal de la columna cervical, dorsal o lumbar, que puede sobrecargar las articulaciones empeorando cualquier problema de columna como la hernia o protrusión discal.
Inversión de la lordosis normal: pérdida de la curvatura normal de la columna cervical, resultante sobre todo en una forma contraria o invertida, que suele sobrecargar las articulaciones empeorando cualquier problema de columna como la hernia o protrusión discal.
Sacralización de L5: anomalía en que la vértebra L5 queda fijada al sacro formando parte de él. No suele causar problemas.
Lumbarización de S1: anomalía en que la parte superior del sacro no se ha fusionado y forma una vértebra lumbar extra. No suele causar problemas.
Nódulo de Schmorl: es una variedad de hernia o protrusión discal (también llamada hernia discal intraesponjosa) formada por procesos degenerativos o traumas. No suele ser grave, pero puede provocar dolor y mala postura.
Cambios postquirúrgicos: cambios producidos en la columna vertebral después de una cirugía, por ejemplo, una laminectomía.
Deshidratación discal: degradación de los discos intervertebrales por la que se vuelven más rígidos y menos flexibles, ocasionando síntomas como dolor y/o disminución de la movilidad normal.
Espondilosis: término que describe de forma general cualquier degeneración o desgaste de la columna vertebral. Los efectos de este desgaste pueden causar hernia discal, rigidez, dolor, etc.
Espondilitis: enfermedad reumática que afecta a la columna vertebral produciendo rigidez, dolor, etc.
